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#Reseña: "Aquitania" · Eva Gª Sáenz de Urturi

El tiempo navideño fue muy positivo y trajo consigo el último premio Planeta de este aciago 2020. Aquitania, de Eva Gª Sáenz de Urturi, se había proclamado vencedora de tan prestigioso certamen literario hacía escasos meses y el hecho de haber disfrutado con otras de sus obras como El silencio de la ciudad blanca me arribaron nuevamente a sus puertos literarios.

Pero desventuras y contextualizaciones aparte, la novela que hoy analizamos en Espacio Loque tiene un punto de partida que es conveniente sopesar con tranquilidad.


En un momento en el que dragones, hechiceros y mundos paralelos de razas variopintas son los protagonistas número uno y las tendencias más claras de las plataformas audiovisuales —entre otras—, encontrar Aquitania es cimentar todo lo anteriormente mencionado. Ahondar en la raíz histórica de conflictos bélicos, políticos, amorosos y sexuales y volver la vista a la historia real, esa que no se adereza con viajes del héroe para dilatar nuestras pupilas.


Y digo esto porque la novela nos sitúa en el apogeo del medievo europeo. Nos muestra un Juego de tronos —dispensen mis paralelismos seriéfilos que no tienen nada que ver con Canción de hielo y fuego— y un revulsivo argumental que se estrena con una muerte en extrañas circunstancias, la del duque de Aquitania. El escenario idóneo para elucubrar, conspirar y vengarse. Vaya, un cócktail de buenos propósitos para los más perversos personajes.


La novela, por tanto, se estrena con un interrogante que es el detonante argumental a partir del cual se entrecruzan las vidas y las emociones de los personajes. Y es aquí donde hay uno que sobresale sobre todos los demás. No es otra que Leonor de Aquitania. Reconozco que conocía muy poquito de esta mujer pero después del trabajo de investigación y análisis que tan bien ha plasmado Eva en su novela, la trascendencia de su vida y la de sus círculos más cercanos es realmente abrumadora.


La construcción de la historia, con el ya mencionado asesinato del duque de Aquitania, es el revulsivo argumental para que Leonor, hasta entonces una joven de 13 años, se convierta en la mujer más poderosa de Occidente en aquel momento. Una mujer en el punto de mira de los mayores intereses geopolíticos en el siglo XII.


Ahora bien, con esta carta de presentación, desde mi punto de vista, la novela empieza a crecer y desarrollarse a través de capas argumentales que se van superponiendo para concretar una trama muy potente. Con esto me refiero al uso de la primera persona del singular para conocer las perspectivas de los personajes, sus pareceres, sus intereses y sus emociones.


Es imbuirse en un 360º muy interesante para ir cimentando todo lo que se cierne alrededor de una misteriosa muerte. Y esta visión tan circunscrita a los protagonistas y secundarios de la misma, se incluye un segundo eje de coordenadas que no es otro que el devenir temporal: la cronología de los acontecimientos y los flashbacks que retrotraen al lector/a y le permiten construir a medida que avanza la historia.


La historia y la vida de Leonor de Aquitania es uno de esos vestigios que muestran la influencia que ejerció tanto en Francia como en Inglaterra, pero también la moneda de cambio que tuvo que entregar para llegar a dichas cotas. A pesar de ello, parece que la historia le debía un protagonismo como el que la ha dado Eva en esta historia. Y es un agradecimiento profundo descubrir la vida y su concepción del mundo para defender el honor, la dinastía y la vida de su pueblo.


Y, a pesar de ser una mujer fuerte y relevante, su matrimonio con Luis VII, rey de Francia, también nos abre esa intimidad del hombre y la mujer, de la pareja y el matrimonio. Del amor y el poder a partes iguales. Del deseo ardiente y del anacoretismo hermético de un hombre que no estaba destinado a reinar. He disfrutado mucho con esos “debes” dentro de un matrimonio de conveniencia y como consecuencia de una traición. Una mentira confesa a su destinatario.

Con esto quiero decir que Eva pone sobre la mesa una serie de cartas que tienen que jugar su mejor mano.


Es importante no fallar, ni confesar, ni tampoco confiar para evitar una desgracia.

Y aquí, nuevamente, vuelve el halo de la investigación y documentación. El mundo de los venenos, la botánica y las traiciones es también un personaje en la novela. ¿Por qué sino aparece un escorpión en la portada de Aquitania? Cuando descubrí el motivo solamente pude esbozar una sonrisa por lo bien hilado que había estado todo —ya saben, lean y descubran el por qué—. Por eso también agradezco mucho este aprendizaje. Las sinergias intrínsecas que subyacen a la trama son ese hilo musical que va manteniendo la línea argumental. Pero lo mismo sucede con las tradiciones, las supersticiones y los devenires propios del siglo XII. Es un escaparate de la vida y obra del medievo.



Planeta clasifica esta novela como un thriller histórico. No sabría decir si definiría la novela de esta manera o, por su concepción como comentábamos previamente en primera persona, la tildaría de un diario personal en el que vamos descubriendo, junto con los personajes, lo que sucede. Esto, además, se evidencia cuando el propio personaje, casi como si de un narrador intermediario se tratara, hablara nuevamente en distintas capas de la trama. Las anticipaciones que hace al lector/a son un claro ejemplo de este punto. Y, la verdad sea dicha, me recordaba a novelas clásicas para trabajar o involucrar a quien está al otro lado. Los tintes de misterio y de asesinato son ingredientes básicos pero el componente histórico creo que tiene mayor potencial y profundidad en la novela más que el asesinato del duque de Aquitania —aunque este sea el detonante argumental como comentábamos antes—.


Con todo esto, Aquitania, es una de esas novelas atractivas que llevan al lector a un mundo de aprendizaje y constantes sucesos. Con unos decorados históricos que entremezclan la ya mencionada saga de Juego de Tronos —en su vertiente realista e histórica y con una madre de dragones que sería más bien la madre de los gatos aquitanos— y el apogeo de Umberto Eco en El nombre de la rosa.


Si hubiera que destacar algo de todo lo que condensa esta novela sería, nuevamente, el aprendizaje y el descubrimiento de una mujer. La cimentación argumental y el despliegue psicológico de los personajes.


Y la historia. Nuevamente la historia. Los hechos reales que nos siguen definiendo hoy día. La mayor lacra humana y el mayor activo personal. Lo que nos define y lo que nos esboza en el futuro.

Uno de sus capítulos tuvo como protagonista una mujer relevante y determinante como fue Leonor de Aquitania. Ese “solo sé subir” que finalmente se transforma en “solo sé seguir”.

Sigamos, pues. Avancemos y conozcamos los orígenes. Solo en esa dicotomía temporal podremos subsistir como seres humanos y como sociedad.

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