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Oh, Carol...

Es bien famosa esa expresión que dice que la historia siempre la cuentan los vencedores. Y seguramente así sea. La unilateralidad de los acontecimientos muchas veces sesga nuestro conocimiento y reflexión de muchos acontecimientos históricos. Seguramente en el campo artístico también sucedan este tipo de circunstancias. Los "hall of fame" literarios siempre nos muestran en paquetes perfectamente armoniosos y cerrados los nombres más sobresalientes de un género, época o movimiento. Los libros de texto son los mejores chivos expiatorios de esta circunstancia. Solo hay que abrirlos para darse cuenta que no ha habido mucho movimiento de autores y que el ranking o clasificación se mantiene prácticamente igual que hace diez o quince años.



Así que discúlpenme de antemano pero hoy no le toca el turno ni a Espronceda, ni a Bécquer ni a Rosalía. Malamente (como diría la tocaya de esta última). No. Hoy es el turno de otra mujer que hizo, vivió y sintió por la literatura. Que fue un referente de reivindicación en un momento histórico complejo y que apostó y pudo vivir de su pasión por la poesía. Oh, Carol... son las palabras elegidas para dar título a esta entrada y para reconducir a una mujer que, como se mencionaba previamente, pasa de puntillas por los libros de textos que todos hemos tenido en edad escolar. No es otra que Carolina Coronado.


Gracias a las tertulias y charlas que 2000 románticos llevó a cabo el pasado mes de febrero en el espacio Fundación Telefónica su figura volvió a resurgir como la gran autora que es.

Pero como en todo, lo más importante es retrotraernos un poco hacia su origen y conocer de primera mano a una de las autoras románticas más importantes de nuestra literatura.


Si tuviéramos que definir su vida podríamos apostar por dos vertientes claras y definitorias que marcarían después su obra literaria: por un lado su origen y status y por otro su propia salud. Del primero diremos que ella provenía de una familia acomodada pero de ideología progresista (hecho por el que su padre y su abuelo fueron perseguidos) y del segundo...¡ay el segundo!. Sin duda su salud y sus enfermedades fueron definitorias para hacer de ella un perfil de autora romántica con mayúsculas.  Un alma que encarna los valores propios de este movimiento y que confieren a su figura un halo de misterio y oscurantismo que supo combinar a la perfección con su producción profesional.


El hecho de padecer catalepsia crónica y llegar a morir "hasta en tres ocasiones" fue fraguando un comportamiento romántico que se ve reflejado en alguna de sus composiciones como Dos muertes en una vida. Ese pensamiento y obsesión por la muerte en vida va a ser un bajo continuo también en su producción y un detonante puramente romántico. Pero sus dolencias y afecciones no terminarían aquí, ya que hacia 1848 una enfermedad nerviosa la dejó medio paralítica en Cádiz y los médicos recomendaron que tomara aguas en Madrid, produciéndose su traslado a la capital. Sin embargo, su Extremadura natal siempre estará muy presente en sus obras y recurrirá a ella en distintas ocasiones.



A los que lamentaron mi supuesta muerte. La muerta agradecida.

Su vida personal también contuvo algunos altibajos ya que tras su enlace en 1852 con Justo Horacio Percy, secretario de la embajada de EE.UU, y el nacimiento de sus hijos (Carlos Horario, Carolina y Matilde) solo la más pequeña consiguió sobrevivir. Ella misma tuvo varias premoniciones en las que anticipaba la muerte de sus hijos y su obsesión con la muerte llegó a tal punto que cuando su marido falleció en 1891 embalsamó el cadáver y prohibió su enterramiento. Le horrorizaba la posibilidad de enterrarlo y que pudiera estar con vida.


Todo este cúmulo de circunstancias, como ya se ha comentado previamente, confiere a Carolina un halo romántico insustituible. Una potencia literaria propia que se vio reflejada de una manera sublime en su obra y producción. Ella, a pesar todas estas adversidades en el plano personal y familiar, sí conquistó hitos muy importantes para el momento que le tocó vivir y sus movimientos en círculos sociales elevados también le permitieron luchar por la figura femenina en campos eminente masculinos en aquella época.


Mujer reivindicativa que participó en la campaña contra la esclavitud y que en ese mismo año de 1868 escribió un poema titulado A la abolición de la esclavitud en Cuba que provocó un escándalo político por lo que ella misma criticaba.


Si libres hizo ya de su mancilla el águila inmortal los africanos, ¿por qué han de ser esclavos los hermanos, que vecinos tenéis en esa Antilla?

¿Qué derecho tendrás, noble Castilla, para dejar cadenas en sus manos, cuando rompes los cetros soberanos al son de libertad que te acaudilla?

No, no es así: al mundo no se engaña. Sonó la libertad, ¡bendita sea! Pero después de la triunfal pelea,

no puede haber esclavos en España. ¡O borras el baldón que horror inspira, o esa tu libertad, pueblo, es mentira!


Una reivindicación clara y sonora y un canto a la libertad y a la igualdad de todas las personas. Un claro ejemplo rompedor de moldes decimonónicos y un torrente de ideas que, en aquel momento, resultaban peligrosas en la cabeza de una mujer. Malamente, querida Carol.


Su producción artística, que ya se había iniciado desde su más tierna infancia, no hacía sino ascender. Hartzenbusch fue una figura clave en la obra de Carolina. Fue un gran consejero y siempre acogió con los brazos abiertos sus composiciones y trabajos llegando a prologar su obra Poesías. Pero no solo el padre de Los amantes de Teruel sino otras figuras del panorama intelectual y literario del momento vieron en Coronado una pluma ágil y ácida, rompedora y reivindicativa, luchadora y carismática. Así, figuras como Donoso Cortés, Bretón de los Herreros o Martínez de la Rosa fueron también valedores de su calidad y le abrieron la puerta del Liceo artístico y literario de Madrid. Por supuesto que no todo fueron halagos para la autora extremeña. El mero hecho de ser mujer ya suponía una piedra en el zapato para muchos intelectuales del momento (como ya reflejó Valera cuando se dirigió a Menéndez Pelayo diciendo que la entrada de mujeres como Pardo Bazán o la misma Coronado convertiría la Academia en un aquelarre)


Esto, sin embargo, no condicionó su visión del mundo y de las injusticias que ella veía y experimentaba. Fue una firme defensora de la educación en general y de la mujer en particular, luchó por causas ya mencionadas previamente contra la esclavitud, potenció y desarrolló propuestas para engrandecer la cultura y el conocimiento. Su matrimonio con Horario Percy y su posición social le permitieron también ejercer influencia en asuntos internacionales muy relevantes con Estados Unidos y con la situación por la que estaba pasando Cuba.


Todo esto se aprecia en una producción literaria que no solo tocó el campo de la lírica, sino que ahondó en la narrativa y en propuestas teatrales que no fueron sino un eco de su visión y pensamiento adelantado al momento que le tocó vivir.  


Con todo esto se ve una clara dicotomía entre su fortaleza de espíritu y empeño profesional para poner sobre la mesa una vocación literaria y reivindicativa al tiempo que se perciben algunas grietas con su delicado estado de salud. Carolina Coronado es, en sí, casi un personaje romántico. La llamada dualidad del personaje. Como sucede en obras como El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Stevenson. Dentro de un mismo ente conviven dos realidades condenadas a entenderse y coexistir. Aquí no existe una condena como tal, pues ella misma fue capaz de vivir con su locura y de convivir con la muerte. Al contrario. Hay un ejercicio de valentía y de visión que no todos poseían en aquel momento. Una actitud rompedora y disruptiva que a muchos no contentaba. Pero bueno, la actitud romántica entraña esa rebeldía que Carolina llevaba consigo, ¿no?.


Y con todo ello habría que preguntarse cómo es posible que una mujer de esta talla, con la vasta trayectoria profesional y la calidad que entraña su pluma literaria siga pasando de puntillas por algunos manuales escolares cuando, al contrario de lo que parece, Coronado es una de las mejores muestras del movimiento romántico. Plena y rabiosamente actual (como casi cualquier romántico) es importante buscar y encontrar espacios en los que su nombre y obra se tornen protagonistas tal y como ocurrió en la primera mesa redonda que 2000 románticos. Sin duda, momentos y propuestas como estas siguen poniendo de manifiesto la necesidad de acercarnos a esa literatura que la historia no ha puesto en la parrilla de salida. Pero ya saben, como decían antaño: "Oh Carol, loco estoy por ti..." Y es que hay autores que por su forma de escribir siguen enamorando a muchos.









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