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La radio nunca se ha ido

Jacques de Lacretelle dijo en su momento que la radio marcaba los minutos de la vida; el diario las horas y los libros los días.


Y aunque habría posibilidad de verter ríos de tinta sobre los diarios y los libros (más que nunca en estas situaciones que vivimos) hoy la protagonista que traigo a los artículos es la radio. Ese género que muchos han relegado a una segunda o tercera posición por detrás de la televisión e internet –con sus correspondientes plataformas de servicio a la carta, claro está–.


Durante estos dos meses de confinamiento que hemos padecido, la situación de los medios de comunicación ha ido experimentando subidas y bajadas, más si cabe con las polémicas sobre qué información se da, cómo se da y a quién se da. Pero como este no es un espacio en el que se vaya a profundizar en cuestiones políticas y comunicativas, me quedo con esa visión romántica del mundo radiofónico y de las ondas.

El paso de esas radios que ocupaban la repisa de cualquier estancia común de la casa a los podcast y a la radio digital a través del móvil. Nuevos tiempos, nuevos formatos. Pero la esencia de la radio parece intacta. Me atrevería a decir, si cabe, que incluso ha salido beneficiada de esta oleada que ninguno esperábamos allá por el mes de febrero.


Este escrito no es más que el agradecimiento a los hombres y mujeres que están detrás de ella. Mientras que las cadenas generalistas –plataformas aparte– se han visto mermadas y seriamente tocadas porque algunos de sus programas bandera tuvieron que dejar de emitirse e ir recuperándose progresivamente, la radio ha demostrado una capacidad pasmosa para informar, entretener, divertir, acompañar y hacer olvidar. Un cóctel de emociones que habrá cubierto las necesidades de muchos ciudadanos/as en estas semanas.


Desde los boletines informativos, pasando por los grandes magazines con sus presentadores/as de referencia, la radio musical o la radio deportiva. Los programas nocturnos, los temáticos y los programas locales. Todos ellos han sabido captar la esencia de un momento en el que el oyente necesita una voz amiga.


Esa lucha que ha tenido que librar con plataformas como Netflix, HBO, Movistar+, Youtube, Amazon Prime o cualquier otra, por no mencionar al mundo de los videojuegos y que, aún así, le ha permitido seguir siendo ese medio amigo.


Escuchaba el otro día a uno de los referentes de la radio en España, Pepe Domingo Castaño, que establecía una diferencia entre el presentador estrella de televisión y el locutor/a de radio. En el primer caso, los seguidores o fans sienten una admiración tremenda por su persona, su trabajo y su desempeño pero en el segundo caso, ese que afectaba al hombre o mujer de radio, la relación que se establece con el oyente es de cariño. Querer a quien está al otro lado. Al que cada día sabes que va a estar ahí.


Esa fue, tal vez, una reflexión fundamental. Y con esto no quiero desprestigiar ni hacer de menos a la gente del sector televisivo, ni mucho menos, pero sí reconocer que las relaciones que se establecen son diferentes. Cada ámbito tiene su público.


Además, han sido dos los hechos que me han permitido darme cuenta de esa esencia especial de la radio. Por un lado, el intento y la determinación para acercarse al oyente a través de diferentes propuestas y por otro, el hermanamiento o la necesidad de saber que el otro está ahí. Dejar el EGM por un tiempo y aunar fuerzas para ofrecer más calidad si cabe.


Respecto al primer punto, la cadena SER propuso al inicio del confinamiento un proyecto llamado #TuRadio en el que se invitaba a los oyentes a hacer su propio taller de radio. Pedro Blanco diseñó videotutoriales para dar algunas pautas en la creación de podcasts y después dejó la puerta abierta a la creatividad e imaginación de los oyentes.


Por otro lado, el grupo Cope (cadena Cope y cadena 100) han propuesto un espacio de entrevistas con sus principales comunicadores.

"Un café con..." es el título que han seleccionado para diseñar encuentros de varios oyentes con algunos de sus principales periodistas. Un tiempo en el que se debatía de múltiples cuestiones, se lanzaban preguntas sobre la situación que se vive actualmente, sus orígenes en el mundo de la comunicación o propuestas y sugerencias.



Se han llevado a cabo producciones de alto nivel como el encuentro, el pasado 15 de abril, de dos programas deportivos relevantes en las noches: 'El Partidazo' de Cope y 'El Transistor' de Onda Cero. Juanma Castaño y José Ramón de la Morena, junto con el séquito de colaboradores y comunicadores de ambas cadenas, fueron capaces de demostrar la posibilidad de crecer juntos, compartir radio y pasión por el deporte y sacar a la palestra un producto que hasta entonces no se había producido.



Y si ha habido un espacio que haya puesto a la radio en el lugar que merece, ese fue el especial de Alsina en su programa 'Más de uno' de Onda Cero. El tributo a la radio que se realizó el pasado 24 de abril. Un nonstop en el que se dieron cita personalidades y referentes actuales del panorama radiofónico como Pepa Bueno, Carlos Herrera, Julia Otero, Javi Nieves, Paco González, Nieves Herrero con otros históricos como Iñaki Gabilondo, Luis del Olmo, Pepe Domingo Castaño y otros nombres propios de la historia de nuestra radio.


Fue un trabajo maravilloso en el que se pudo hacer una radiografía de las ondas españolas; el pasado, el presente y el futuro. La forma de comunicar, de acercarse al oyente y hacerle partícipe de algo más grande.


Estas son algunas de las muestras y de la vinculación que el medio radiofónico ha desplegado en estos últimos meses. Y seguro que otras tantas que desconozco y se han llevado a cabo para acercar un poquito más a las personas cualquier tipo de contenido, información o entretenimiento.


Por supuesto que han sido, son y seguirán siendo momentos difíciles los que nos tocarán vivir pero creo firmemente en la vigencia, la actualidad y la importancia de la radio.


Es esa capacidad de hacer magia, de transportarnos a lugares y épocas distintas, de ser nuestros ojos donde a veces las cámaras no entran. Es el micrófono y la libreta de antaño (o tablet de ahora, váyase usted a saber).


Es ese medio único, donde existe un flechazo invidente. Pero auténtico.


Vaya por delante, por tanto, el agradecimiento a todos aquellos que lo hacen posible y nos siguen acompañando en estos tiempos oscuros. Claro que estoy de acuerdo con la afirmación de Jacques de Lacretelle con la que abría este artículo: la radio sigue marcando los minutos de mi vida.

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