Los nuevos espacios educativos.
Tuve la suerte este fin de semana pasado de contar con un nuevo módulo del posgrado de innovación que estoy realizando. Después de estar mensualmente acudiendo a distintas sesiones sobre aspectos muy variopintos sobre la educación, el bloque de este fin de semana era relativo a los espacios educativos. Y no os voy a mentir, iba con curiosidad y ganas.
Principalmente porque hoy día existe un boom y una tendencia a tirar paredes como si no hubiera mañana y que el cristal sustituya a esas antiguas paredes de gotelé. Debe ser lo más cool y chic hoy día. Pero en educación siempre hay que pensar por qué y para qué y con esa predisposición comenzó nuestro último fin de semana antes del parón estival.
Para este camino contamos con Josu Iriarte, socio fundador y director creativo de The Learning Spaces. Se trata de una empresa dedicada al diseño de espacios educativos con las nuevas necesidades del s.XXI.
Y es aquí donde empiezo a tomar algunas de las preguntas que Iriarte lanzó al auditorio. La primera de ellas se hace de forma visual.


Si hubiera que lanzarse a la piscina sobre cuál es el uso o función de estos dos edificios representados en planta las respuestas serían muy semejantes. Y cierto es que aquí se representa en primera instancia el plano de una cárcel y en segundo lugar un hospital.
Seguramente esta disposición arquitectónica no distaría mucho de los edificios en los que trabajamos y en los que nos movemos hoy día en la escuela. No digo con esto que los colegios sean cárceles u hospitales, pero sí muestran una clara tendencia a la organización espacial como lo hacen estos edificios.
Curioso resaltar que he intentado buscar imágenes de edificios construidos a finales del siglo XIX o principios del XX. Y estamos en el XXI... ahí lo dejo.
Una segunda pregunta que se debería poner sobre la mesa es la unicidad y unidireccionalidad de la concepción en cuanto a edificios arquitectónicos (dentro del campo educativo). Iriarte nos puso el siguiente ejemplo que querría compartir.
El dormitorio, además de para dormir, ¿para qué sirve? Lo mismo podríamos decir del baño, ¿no? Y de la cocina... y así fue haciendo un repaso de las dependencias de una casa.
Y lo mejor de todo ello es la idea que se extrae de aquí. Nuestra concepción cultural y tradicional nos ha condicionado para pensar 1 espacio = 1 uso. Al igual que hacemos con las materias al compartimentarlas y convertirlas en departamentos estanco, lo mismo sucede con los espacios que habitamos en los colegios. Y en este sentido debe salir a la luz la potencialidad de uso y la "explotación" que hacemos de dicho espacio.
¿Alguien se ha puesto a pensar alguna vez el número de horas que empleamos un espacio y le sacamos partido? ¿Cuántas horas en una clase? ¿cuántas en un laboratorio o taller? Y la mejor de todas ellas (que me hizo reflexionar mucho) ¿Cuántas a los famosos salones de actos? De hecho, Josu modificó el concepto de las horas para pasarla a días. ¿Cuántos días al año se hace uso del salón de actos? ¿diez, quince, veinte días al año? Si no recuerdo mal, un año escolar (al menos según la concertada, tiene 175 jornadas lectivas) así que ya pueden echar las cuentas de la explotación que hacemos de uno de los espacios más grandes de nuestros centros.
Este sería el punto de partida para poder empezar a plantearse la importancia y la determinación de los espacios educativos.
Trayendo a Montserrat del Pozo cuando ella explicaba los procesos o pilares de transformación de una escuela hablaba de los cambios arquitectónicos (además de los metodológicos, de currículum y rol del alumno y docente). Ahora hay que plantearse no empezar la casa por el tejado.
Por eso, Iriarte mencionaba clarísimamente la necesidad que existe y debe imperar para "tirar paredes y abrir boquetes". O tenemos un proyecto educativo claro que nos defina y defina a su vez las formas y maneras de trabajar o sino estaremos invirtiendo los papeles. Los espacios deben estar al servicio de las propuestas pedagógicas y no viceversa. Pero con este boom que hoy tenemos parece que muchos han decidido abrir puertas y clases sin pensar muy bien para qué.
En este sentido, creo que es fundamental aterrizar las cabezas pensantes de quienes toman decisiones en los centros, instituciones u organizaciones para saber qué quieren, cómo lo quieren y por qué y para qué lo quieren.
A partir de aquí podremos soñar aulas abiertas, cristales, moquetas en suelos, estanterías y atriles, silla y mesas-pizarra. Cambiar y romper las estructuras concebidas hoy día y que nos están matando. Pasar del ya mencionado 1 espacio = 1 uso a espacios multifuncional es y polivalentes que atiendan las necesidades de la comunidad educativa. Lo que nos defina y nos haga diferente del vecino por un firme convencimiento y por una reflexión profunda.
Y claro, como no podía ser de otra manera, las imágenes que veíamos no dejaban indiferente a nadie. Aquí tenéis algunas de las fotos que se pueden encontrar en su página web:






Con todo esto, la pregunta del millón no se hizo esperar..."Pero esto, ¿cuánto cuesta?". Y en realidad no podemos negar su coste. Pero creo que tampoco podemos negar su necesidad. Y tampoco podemos ser reticentes a ello.
El miedo o el desconocimiento que existe en muchos casos es el principal freno ante estos cambios que ya se están produciendo. Porque de nuevo vuelvo al concepto de la casa. No podemos empezarla por el tejado si no sabemos cuáles van a ser nuestros cimientos.
Es por ello que la primera cuestión es sentarse a pensar y reflexionar. Saber qué se quiere para el futuro, cómo dar respuesta a esas preguntas que ya nos está planteando la sociedad y que la educación (a grandes rasgos) tarda mucho en contestar.
No podemos olvidarnos de este cuarto pilar transformacional. No es que vaya a ser el primero ni vayamos a tirar la casa por la ventana, pero si mi proyecto educativo y mi proyecto pedagógico (ojo a la diferencia entre ambos) proyecta un trabajo más cooperativo, experiencial, tecnológico (o pongan el calificativo que consideren oportuno) será necesario romper estructuras antiguas que, en su momento, se concibieron correctamente.
Sería bueno tener muy en mente esas primeras imágenes de los planos de una cárcel y un hospital y el concepto 1 espacio = 1 uso para darle la vuelta a esa concepción y proyectar en futuro. No olvidemos que estamos en un momento crucial en la educación y que muchas instituciones están en situaciones críticas que deben ser afrontadas y apoyadas.
Las inversiones económicas que plantean los cambios arquitectónicos también deben ser puestas sobre las mesas. No podemos limitarnos a poner parches e ir a rebufo en los tiempos que corren. Lo que sí podemos hacer es sentarnos y con paciencia y mucha ilusión proyectar ya para el año 2025. Entonces cobrarán sentido dichos espacios, dichas metodologías y el tipo de educación que define a mi centro.
Es de agradecer, por tanto, la incursión de Josu Iriarte que nos hizo concebir los espacios como un complemento a nuestro proyecto educativo (y nunca al revés) y tomarnos los tiempos para crear espacios que sean realmente disruptivos con lo que ya conocemos y con los usos tradicionales.
Habrá que seguir trabajando. Comparto uno de los múltiples vídeos que se pueden encontrar por las redes en cuanto a los llamados open spaces.