2000 románticos: Jane Eyre y Big little lies no quedan tan lejos.
Este pasado viernes, 8 de febrero, tuvo lugar la segunda sesión que 2000 Románticos ha creado con motivo de su IV certamen juvenil de relatos de terror. Tuve la suerte de acudir a la primera charla y deleitarme con una gran introducción al Romanticismo (podéis leer la reflexión aquí) gracias a Fernando Marías, Rosa Huertas, Iria G. patente y Javier Olivares.
El motivo que congregaba ayer en el espacio Fundación Telefónica el segundo momento era el titulado Rebeldía y Transgresión. La vigencia del romanticismo.
Y perdónenme por ser tan tajante en este punto que voy a enunciar ahora mismo, pero pocas series de las que abundan en distintas plataformas (y que tantos seguidores congregan detrás de pantallas y dispositivos) podrían sorprender a un romántico.
Ayer, Fernando López (@Nando_J en Twitter) deleitó al público con un viaje y un paralelismo literario y seriéfilo (además de cinematográfico) que iba sorprendiendo a medida que profundizaba en la rabiosa actualidad del siglo XIX.
A través de tres pilares fundamentales, y engarzados en tres mitos de peso, la evolución y las características del movimiento y la forma de ser románticas cobraban vida.
Pasando por el concepto de rebeldía y libertad con un Prometeo de bajo continuo y que alimenta distintas vertientes, el concepto del feminismo y la reivindicación de la mujer en este momento fueron puntos de partida realmente potentes. La reivindicación de un personaje como Jane Eyre (#vistoen1847 para retrotraernos bien el tiempo) que se mostraba de la siguiente manera:
La visión de una mujer que sufre bajo un yugo social y existencial a mediados del siglo XIX. Y también la concepción dual propia de personajes que luchan internamente contra un binomio que sostiene la trama literaria (gracias por ese paralelismo entre Bertha Mason y la propia Jane Eyre). Y es que esta situación se torna protagonista hoy en series como El cuento de la criada.
Pero no solo el concepto reivindicativo de la mujer en este momento histórico sino esferas circundantes como la lucha de clases o la #esclavitud y #racismo se entrelazan de una manera sublime para retratar temas que a día de hoy tienen vigencia. Este último que transitaba entre las palabras y deseos de Gertrudis Gómez de Avellaneda con su obra Sba y la película 12 años de esclavitud (pinchando en la imagen de la película podrás ver el trailer) o con la serie de Netflix Seven Seconds (aquí tienes el trailer)
Y es que, tal y como apuntaba Fernando, el Romanticismo es el primer movimiento que busca empatizar con el lector. Otras corrientes previas, como el Renacimiento o Barroco, se focalizaban en un estudio de formas, técnicas y ostentación, pero nunca observaban al lector como esa otra mitad capaz de sentir lo que el autor o autora quiere transmitir. Se busca la compasión con el concepto de "sufrir con el otro" y esto, en realidad, lo tenemos latente ya no solo en el mundo cinematográfico, sino también en diversas campañas publicitarias (como Coca-Cola, Campofrío, etc...) que buscan tocar esa fibra sensible de quien lo está viendo y crear un vínculo humano. Un vínculo de esencia y sin artificio.
Una segunda vertiente claramente romántica es el concepto de #identidad y aceptación. Siendo conscientes de la vida tormentosa de los autores románticos, viviendo y recreando escenarios y situaciones al margen de la sociedad. La necesidad de reafirmarse como individuo dentro de un constructo social que no parece estar hecho a su medida es un detonante claro de estos nuevos cambios y nuevos experimentos. En este sentido las identidades atormentadas con Wherter y Mathilda comparten un denominador común como es el suicidio. O el propio #trascendentalismo en el que el ser humano juega a ser dios (Frankenstein y el concepto de criatura y creador es una muestra muy clara de esta relevancia en cuanto a la concepción del mudo)
Y no podían faltar, en última instancia, las identidades ocultas. Tal y como apuntaba Fernando, los amores vampíricos (omitiendo, claro está, versiones tipo Crepúsculo en el que el concepto "vampiro" solo sirve para una trama novelada que poco o nada tiene que ver con el Romanticismo) son amores ocultos (lo que en algunas corrientes han denominado el Romanticismo oscuro). Y es en este nuevo punto cuando encontramos otra nueva reminiscencia para los amantes de HBO o Netflix. La serie crónicas vampíricas vuelve a poner sobre la mesa uno de los clichés más románticos.
Bien es cierto que los tiempos cambian y las circunstancias y perfiles se adaptan, pero de nuevo, la esencia romántica inunda toda la escena.
Y ya no solo debe quedar en nuestra mente la figura de Bram Stoker sino la de otros vampiros "mortales". Es el concepto de la identidad dividida en el otro. Y aquí no puede faltar otro clásico como Cumbres Borrascosas. La situación de Catherine y Heathcliff, ese amor tan sumamente torrencial, genera una violencia en una doble vertiente: la violencia social que define a estos personajes así como la violencia del espacio. Este espacio, opetativizado en la propia casa, adquiere vida. La casa en sí es un encarcelamiento del ser humano. Cada una de las salas refleja lo que sienten y padecen los personajes por sus clases sociales o de género.
Pero esto que ya reflejó Emily #Brontë en 1847 vuelve a recuperarse en propuestas seriéfilas. Algunas de ellas tales como Big little lies, The Affaire o El embarcadero.
Todos estos "vampiros mortales" presentan la dualidad de personajes, los aspectos ocultos y las mentiras como bajo continuo que genera tramas en las que la esencia romántica sigue existiendo (aunque veamos estas series en 2019)
La última vertiente apunta a la oscuridad e introspección. Mefistófeles es el mito que acompaña esta última puerta romántica. Lo que se conoce como "vender el alma al diablo". Este concepto tan puramente romántico en el que el hombre, en busca de sus ansias de poder, termina en una autodestrucción vital. House of cards es la traslación de esa oscuridad en la que " la venta del alma" se produce por las ansias de poder y dinero.
Y por supuesto, la dualidad del personaje. Esa oscuridad que encierra y envuelve a una figura que parece una cosa y, poco a poco, va dando cobijo a una segunda personalidad. Aquí el cuento de William Wilson de Poe muestra esa vertiente del tema #Doppelgänger (el doble, generalmente fantasmagórico o siniestro de una persona viva) y que no hace mucho Netflix publicaba con You (basada en su novela homónima)
Con todo ello (y seguramente lo que habremos dejado en el tintero) Fernando López argumentó de una forma sólida la vigencia del Romanticismo en nuestros días y la repercusión e identificación que pueden tener en los jóvenes de hoy en día.
El Romanticismo no es solamente un movimiento sino una forma de ser y de actuar en la vida. Una forma de afrontar y conocerse (y conocer) el mundo que nos circunda.
Debe quedar claro, por ende, que la literatura (y en este caso la romántica) no tiene fecha de caducidad. Al contrario, múltiples series y libros actuales beben de estos mitos que están en el fuero interno del ser humano. Solo ahondando en ello, haciéndolo volver al a vida (valga el guiño a Mary Shelley) y dándole cabida en el momento que vivimos podrá seguir teniendo vigencia.
Un auténtico placer y deleite moverse y bailar con la literatura, la serie y el cine. Un agradecimiento profundo por este acercamiento y análisis del Romanticismo.
Si es que, en el fondo, todos somos unos románticos...
Discúlpeme, señor Fernando, si en algo no hemos estado a la altura.
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